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sábado, 11 de febrero de 2012

Señor, si quieres puedes limpiarme
José Manuel Lorca Planes Obispo Diócesis de Cartagena
escritos
La Campaña de Manos Unidas, contra el hambre de tantos hermanos en el mundo nos recuerda que el leproso del evangelio de hoy no es un personaje de ficción, que existen muchos millones de leprosos que nos gritan, como a Jesús, ¡si queréis podéis curarnos! En el Evangelio es el grito de la esperanza, el grito de un marginado, el grito del dolor y de la soledad, despreciada por sus contemporáneos. Pero Jesús no pasa de largo, el Señor se detiene y le cura, dándonos el mensaje de su enorme humanidad.

El leproso, en aquella sociedad, era un condenado a la muerte, una hombre castigado de Dios por pecador; su realidad social era terrible, porque debía alejarse física y moralmente de todos, ellos solo tenían derecho a la soledad, a la miseria y al abandono. Un leproso era un muerto, así de duro y cruel.

Ahora vamos a centrarnos en Jesús, veamos qué hace y cómo reacciona Nuestro Señor, cuando este hombre le dice con humildad: "si quieres, puedes limpiarme”. Jesús respondió usando sus mismas palabras: "quiero, queda limpio", tocando con la mano al "intocable”. Lo que ha hecho Jesús es demostrar que el amor es posible, que Dios no tiene barreras y que donde los hombres brillan despreciando a los infelices, él manifiesta respeto y solidaridad; donde los hombres discriminan, él acoge; donde los hombres condenan, él absuelve.

Jesús acude a donde está el dolor, no retrasa su respuesta, es inmediata, porque ve la necesidad. Los cristianos debemos responder siempre así, no estamos exentos de la misericordia. Precisamente en este domingo todos estamos oyendo la voz de los que nos gritan su hambre y su dignidad rota. Respondamos con generosidad, tal como hemos visto en Jesús.

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